miércoles, 10 de enero de 2007

"Ser verdadero Peronista"

a) “El Peronismo trabaja para el Movimiento. El que en su nombre sirve a un círculo político o a un caudillo lo es solo de nombre” (Sic)¹.

i) “Ser Peronista es tener en un bolsillo la Doctrina, leerla diariamente y después comprenderla y luego sentirla. Cuando eso haya sido realizado, podrá entonces decirse que ese hombre tiene alma de Peronista. (Ibíd.)

ñ) Ser Peronista es ser franco y abierto, no vergonzante, porque ello no se justifica sino en los hombres que no tienen carácter, ni decisión ni vergüenza. Es pertenecer al Movimiento Peronista, movimiento comprensivo y humanista, movimiento de orden y de amor. (Ibíd.)

s) Ser Peronista es vigilar, dentro del Peronismo, a los hombres que no cumplen con su deber, a los peronistas vergonzantes, a los infiltrados y a los aprovechadores, para ser con ellos totalmente intolerantes. (Ibíd.)

v) “Ser Peronista es ser un predicador del Peronismo”. (Ibíd.)


Doctrina Justicialista:

El General Perón nos enseñó que cada Peronista no solo debe tener en su poder un ejemplar de la “Doctrina Peronista”, sino que debe conocer su contenido, sentirlo, practicarlo e inculcarlo en todo momento y circunstancia, convirtiéndose en un predicador del Peronismo.

Nos enseñó que la Doctrina es la gran orientación del Pueblo hacia los grandes objetivos comunes de la nacionalidad; que es un grupo de postulados que responden a las aspiraciones, necesidades y conveniencias nacionales y por expansión populares. Por esa razón la Doctrina es siempre nacional.

Nuestra Doctrina no cree en la violencia que desgarra sino en la superación que eleva; en la plenitud de su cometido, sin miras egoístas en las relaciones cada día más complejas del hombre con la comunidad. Es una Doctrina de moral, es una Doctrina humanista, es una Doctrina patriótica, es la Doctrina Nacional. De modo que no hay inconveniente para irla introduciendo en todas partes: en las escuelas; en los colegios; en la Universidad. “Si fuese una Doctrina mala, decía Perón, yo sería el primero en combatirla; pero siendo buena, debemos tratar de inculcarla en todos los lugares, en todos los hombres y todas las mujeres. Con ello aseguraremos el triunfo de una acción colectiva” (Sic)².

Nuestra Doctrina es una doctrina popular y es simple porque es del Pueblo; con ella buscamos la comprensión y el sentimiento de los hombres de bien; no queremos imponerle nada a nadie. Y quienes no quieran practicarla recibirá sus beneficios, aún contra sus propias ideas y pensamientos.

Una Doctrina así fundamentada, con objetivos básicos tales como los que abren la portada de la Constitución de 1949, es la mejor defensa que Argentina puede ofrecer frente al ataque de las Doctrinas que se disputaron el dominio del mundo; ambas perimidas.

La consolidación de la Doctrina Justicialista será la base de la consolidación del Movimiento, hoy cancelado por la infiltración social-demócrata que sufre el Peronismo.

La teoría puede ser enseñada a los dirigentes y a la masa, porque va al intelecto; pero la Doctrina se inculca, porque va al sentimiento. La enseñanza de una doctrina no tiene ningún valor dado que es necesario que se la “sienta”, porque en caso contrario de nada vale que se la conozca. Eso es necesario distinguirlo bien.

A inculcar la Doctrina, debemos dedicarnos con verdadera paciencia y amor; y esta es la clave para conseguir, en la acción política, una absoluta unidad de concepción. Sin “unidad de concepción” los hombres se debaten, y desgastan los organismos en una acción divergente que resulta una pérdida permanente del esfuerzo de conjunto.

La Doctrina se percibe, se comprende y por ello es que se siente. Está dedicada al alma, más que a las otras funciones del hombre. La Doctrina es un sentimiento que crea una “mística”, que es la fuerza motriz del desenvolvimiento del Movimiento. Por ello es que la vida, y en especial la vida introspectiva, o sea, la vida interior del hombre no se conciben sin que medie una mística, que es la fuerza que activa las grandes acciones del espíritu.

Por ello es que nuestra Doctrina trata de crear una auténtica mística, no para ser utilizada solamente en el área política como algunos creen, sino porque sería inconcebible una nacionalidad sin una mística nacional conformada por una mística en todos los grandes principios que el país debe seguir en su orientación de gobierno, de organización y de acción en la vida nacional; es decir una doctrina que todos sigamos porque todos la sentimos, y por la que estaremos dispuestos a sacrificarnos dado que el triunfo de esa mística es el triunfo de la nacionalidad. Y este es un tiempo en el que nadie que sea un verdadero argentino puede no desear el triunfo de nuestra propia nacionalidad. Por ello la Doctrina Peronista es exclusivamente argentina y está basada en lo que Perón llamó “el Justicialismo” y que es el principio de nuestra organización política. Esta se aplicará, en un futuro cercano, en cada país de distinta manera. Triste sería que nosotros, que somos fundadores de la misma, quedemos como furgón de cola.

Hoy, nuestro Partido ha sido “controlado” por la socialdemocracia neomarxista; nuestro Movimiento desarmado y desactivado, y nuestra Doctrina “borrada” de la memoria colectiva. Por ello es preciso que todo aquel militante que aún recuerde con amor los postulados Peronistas se ponga de pié para recuperar la mística y los símbolos profanados, junto con los despojos mortales de Perón y Evita.

¡Es tiempo de hacer tronar el escarmiento!


Jorge Burzaco Osinde
Proyección Vecinal

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