martes, 20 de abril de 2004

¿Usó Menem la Doctrina Justicialista?

Mucho es lo que se le ha criticado a la administración Menem la falta de identidad Justicialista en su gestión. Sin embargo podríamos afirmar que en realidad existe un fenómeno de idealización histórica con las primeras épocas de gobierno del General Perón, donde la coyuntura local e internacional permitieron una serie de logros políticos, económicos y sociales sobre la base de los cuales el conductor del Peronismo estableció la denominada: “Doctrina Nacional Justicialista”.

Cualquier persona que haya vivido esa época diferencia notablemente la primera y segunda presidencia de Perón, y los simpatizantes de “Evita” explican livianamente, como producto del fallecimiento de Eva Perón, la apertura del camino hacia la revolución de 1955. El peronista no deja de ser una persona pasional; diríamos como un hincha de Boca o de River. Nadie puede enseñarle a un hincha de Boca a ser hincha de Boca; y lo mismo ocurre con muchos peronistas... Además de este breve ejemplo, hay que agregar la abundante dosis de soberbia que nos caracteriza, a la mayoría de los nacidos en esta auténtica república, que hace que un argentino sepa todo, de todo y por ello opine sobre todo, hasta con la mayor seguridad. Solía decir Perón que: “Cuando un dirigente peronista no conoce la Doctrina Justicialista, difícilmente deje macana por hacer. Pero cuando conoce la Doctrina pero no la siente, entonces lo único que le queda es pedir a Dios que lo haga bueno...” (Sic).

Volviendo al tema; nadie puede enseñarle a un peronista a ser peronista pero a diferencia del hincha de fútbol el Justicialismo, que es un Movimiento, es a su vez uno de los principales partidos políticos de la Argentina y, cuantitativamente, uno de los mayores del mundo; eso, debería obligar a sus dirigentes a recurrir en forma permanente a los libros que contienen la Doctrina Nacional Justicialista; los discursos de Perón; y los documentos históricos de la política peronista. Y ya que estamos en el tema, no dejar de revisar un poco de historia argentina, al pasar por la biblioteca.

Ocurre que en política muchas cosas que se hacen de una manera, se dicen de otra para satisfacción del votante; de tal manera que la realidad, a veces, dista de lo dicho aunque la acción sea positiva.

Así se expresa Juan Perón, en el mensaje del 1º de mayo de 1952, al Congreso de la Nación al informar sobre fabricación de autos en la IAME: “...es significativo el hecho de que mientras la industria del mundo entero convierte sus mecanismos para las fabricaciones bélicas, nosotros aprovechamos la experiencia de nuestras fábricas militares para crear un poco más de bienestar para nuestro pueblo” (sic). La realidad decía que las fábricas importantes del mundo automotor no quisieron, en ese momento, invertir en la Argentina; y al gobierno no le quedó más remedio que fabricar algunos tipos de vehículos para evitar una sangría de divisas por compra de automotores, y así poder financiar la incipiente industria aeronáutica.

El Justicialismo, basa su argumentación económica en una sutil variante del capitalismo: “el capital debe ser colocado al servicio de la economía y ésta, al servicio del bienestar social” (sic); y en un permanente estímulo a la industria privada. Debe quedar claro para cualquier peronista, que la nacionalización de empresas, a partir de 1946, fue una consecuencia histórica y no la aplicación de ninguna directiva doctrinaria. El 29 de julio de 1947 Perón se expresó con claridad al decir: “...nosotros seguimos la corriente capitalista, pero estamos procurando ir aliviando su explotación; dejándola que gane, que cree la riqueza, pero no dejando que explote al hombre. La explotación deberá ser sobre la tierra y la máquina, pero jamás sobre el hombre...” (Sic). En el mencionado discurso de 1952, el General Perón sentencia: “...cuando en la Marcha Peronista se repite “combatiendo al capital”, se refiere a este proceso internacionalista de dominación del capitalismo; de ninguna manera se opone al capital genuino del industrial o el comerciante que, en función social, lo pone a disposición del bienestar y el progreso de la comunidad” (sic). En forma más terminante aún, Perón se expresa en el Congreso General de la Industria en el mes de mayo de 1953: “...la industria es una empresa privada, en que el Estado no tiene ningún interés, y tan pronto las empresas estatales actuales, tomadas en estado de anti-economía, puedan ser devueltas a la actividad privada el Estado tendrá gran placer de desprenderse de todas esas empresas y entregarlas a los privados. Nosotros somos Gobierno, no industriales. De manera que en ese sentido, organizada la industria; creados los sectores; garantizadas las seguridades de que las empresas van a ser bien dirigidas y realizadas, las entregaremos. Nosotros no queremos industrias porque nos dan mucha pérdida y quizá a ustedes les puedan dar ganancias. En eso vamos a estar de acuerdo” (sic).

Recordemos que la Ley 13.653/52 autorizaba al Estado a desprenderse de sectores de la administración Nacional con fines industriales, comerciales o de servicio público. La reforma del Estado, es uno de los puntos cruciales de la gestión Menem; a ella se había referido Perón en el “2do Plan Quinquenal, Manual Doctrinario y Práctico” en el que expresaba la necesidad de profundizar la organización de la administración pública. Es un “pecado” de funcionario peronista no leer las páginas del capítulo: “El Gobierno y la Organización del Estado” donde, entre otras, cosas se refiere al exceso de empleados públicos: “...si nosotros no matamos el sentido burocrático del “déle trámite”, el “déle trámite” nos va a matar a todos. Por eso debemos tener 750.000 empleados públicos, cuando podríamos resolver el asunto con 250 o 300.000. Lo que pasa es que hay que tener menor número de funcionarios y empleados, pero pagarles mejor y que trabajen más... a mayor pago corresponde mayor fatiga” (sic). Aún en épocas donde la computadora era apenas un sueño, si el “2º Plan Quinquenal” se hubiese completado la administración Perón se hubiera ido desprendiendo de la mitad de los empleados públicos, tal como lo explica en el libro citado. Además para todo peronista que sueñe con un estado benefactor recordamos los dichos del General en “El Proyecto Nacional” (Pág. 101): “La empresa del Estado no es un vehículo para alimentar una desocupación disfrazada...” (Sic).

La alianza Extra NATO ha servido para numerosas críticas a la administración Menem; no es extraño que la oposición así lo hiciere, pero el Presidente Menem bien puedo cubrirse de sus propios Compañeros porque el pensamiento de Perón no estaba tan lejos de dicha decisión. En carta dirigida al Embajador de los EE UU el General Perón indica: “...dígale al General Eisenhower que, como General más moderno que él, estoy a sus órdenes y que tenga en cuenta que la Argentina le será de gran utilidad para la defensa del hemisferio... (Sic). El 30 de agosto de 1973 el General Perón, en discurso ante Legisladores de ambas cámaras sentenció: “...Hay que pensar señores en que ya el mundo y, sobre todo los grandes países, está pensando en que esta evolución que nosotros hemos presenciado, va a desembocar, quizás antes de que empiece el siglo XXI, en una organización universalista que reemplace al continentalismo actual. Y en esa organización universalista se llegará a establecer un sistema en que cada país tendrá sus obligaciones vigiladas por los demás, y obligado a cumplirlas aunque no quiera, porque es la única manera en que la humanidad puede salvar su destino, frente a la amenaza de la superpoblación y de la destrucción ecológica del mundo” (sic).

Aún se puede recordar cuantas críticas lloviera a Carlos Menem a raíz de la visita del portaaviones norteamericano "Kitty Hawk" a Mar del Plata, en 1993, pero fueron muy pocos los que recordaron que el último portaaviones de ese país que había anclado, también en las costas marplatenses, fue el "Franklin Rooselvelt" en enero de 1954. Juan Perón retomó la compra de material naval estadounidense a fines de los 40, cosa que no se hacía desde 1915 en que se adquirieron los acorazados "Moreno" y "Rivadavia". Entre las varias naves de guerra llegadas desde ese país, durante la administración Justicialista de Perón, se destacaron los cruceros: "9 de Julio" y el "17 de Octubre", luego llamado "Gral. Belgrano", incorporados en 1951.

Con respecto a la relación entre el gobierno peronista y los EE UU, no cabe dudas que la llegada de un militar a la presidencia norteamericana, permitió mejorar sensiblemente la relación entre ambas naciones; destacándose la misión de Milton Eisenhower, hermano del presidente, para promover la explotación petrolera, y el desarrollo de la Patagonia, con la inversión de una empresa privada norteamericana: la “California Oil". Estados Unidos se comprometía a la construcción de un puerto de aguas profundas, a la realización de un aeropuerto, y al establecimiento de una línea de ferrocarril.

Carlos Menem arregló, durante su presidencia, las diferencias limítrofes con Chile cerrando las hipótesis de conflicto existentes; estas, alimentadas por Inglaterra, nos pusieron al borde de la guerra en 1966 (Laguna del desierto) y en 1978 (Estrecho de Beagle). Ya en 1953 el Presidente Perón y el Presidente de Chile, Ibáñez del Campo, firmaron un decálogo de confraternidad Argentino – Chilena que en su punto segundo reza: “Desde hoy los chilenos serán considerados compatriotas por todos los argentinos, y esta debe ser una consigna de honor nacional” (sic). Ambos presidentes se visitaron recíprocamente entre los meses de febrero y julio de ese año y, fruto de esos encuentros entre los Pueblos hermanos, surgió un “Tratado de unión económica Argentino – Chilena”. La revista “Mundo Peronista” Nº 45 del 15 de julio de 1953 decía en nota de página 13 “...Perón e Ibáñez han superado una vez más y roto el cerco de la intriga internacional, en que se asienta la dominación imperialista de los pueblos” (sic). Casualmente fue junto a este Presidente Chileno, que bregó Perón por la integración latinoamericana. Dice Perón el 11 de noviembre de 1953, en la Escuela Nacional de Guerra: “...Habíamos pensado que la lucha del futuro será económica; la historia nos demuestra que ningún país se ha impuesto en ese camino, ni en ninguna lucha, si no tienen en sí una completa, diremos, unidad económica” (sic). La unidad que intentó Perón con Brasil y Chile, denominada el ABC, iniciada por los acuerdos de Buenos Aires y Santiago hace cincuenta años fue continuada por el Presidente Menem a partir de 1989. El Mercosur, aún en germinación, es una palpable realidad.

En el ámbito un poco más trivial puede decirse que Perón, al igual que Menem, era un amante de los deportes; tuvo el General su lancha de carrera, varias motos, un “Institec” deportivo denominado: “El Justicialista” y le regalaron una Ferrari. En su profesión militar fue un buen esquiador, instructor de alta montaña, esgrimista, boxeador, y jinete. Menem conducía autos de carrera, corrió en lancha, le regalaron una Ferrari y, a diferencia de Perón, le gustan los aviones. El fútbol y el Básquet los practicó en público más que decorosamente. En su condición de Comandante de las FFAA, condujo tanques, helicópteros, aviones de guerra y mostró tener excelente puntería de “tirador furtivo”.

Hablando de aviones: Perón compró en su primer mandato un Vickers "Viking" para la presidencia; otro tanto haría en 1974 con el famoso Boeing 707 que no llegaría a ver. Las referencias del avión que adquirió Menem, en su administración, son aún frescas y nadie habló si con las inversiones que llegaron luego de tanto viaje, el Boeing 757 fue en realidad una inversión, más que un gasto…

Jorge Burzaco Osinde
Escuela Superior Peronista

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