martes, 10 de octubre de 2006

El Orden Peronista: “La Conducción”

Solía decir nuestro General Perón que aspiraba a que, algún día, nuestro país fuese conducido por empresarios; porque él lo consideraba una gran empresa.

En enero de 1948 Perón nos decía: “Entre las fallas fundamentales de nuestra instrucción y de nuestra preparación, está la de que en este país se ha tenido siempre un desprecio supino por la organización; no hay una sola escuela en el país donde se estudie organización y esto es un crudo anacronismo, extraordinario porque el nuestro, es un país nuevo que debe organizarlo todo y a nadie se le ha ocurrido que hay que cuidar profundamente las leyes de la organización, que es necesario que en todas las escuelas figure esa materia como ciencia pura para discriminar sus grandes principios y establecer luego la fijación de los mismos. Los países nuevos andan, como andábamos nosotros, sometidos a una anarquía integral desde el punto de vista social, político y económico”.

Henri Farol había iniciado la denominada escuela “tradicional” de la administración hacia 1940, y junto a la Organización, sumó otras cuatro funciones del administrador: Planeación, Personal, Dirección y Control. Perón no estaba, al respecto, tan a la zaga…

Ya la “Directiva Nº 1 del año 1953, en lo que refiere a la “Organización del Pueblo”, refiere que “…la organización como manifestación científica del saber humano, reconoce cuatro principios fundamentales que han sido aceptados también por la organización Peronista, y son: la objetividad, la simplicidad, la estabilidad y la perfectibilidad. Estos se asientan sobre la “unidad de concepción”, es decir sobre una sola línea directriz organizativa” (sic). Aclara, así mismo, que el coactivo ha sido separado totalmente de nuestra Doctrina y que, en cambio, se opone a éste y se aplica integralmente el un procedimiento que se basa en la persuasión.

La organización ha de ser, la consecuencia del juego de la libre voluntad de cada un de los integrantes, a quienes servirá para el mejor y más efectivo cumplimiento de los fines del bien común, para vencer al tiempo y acercarse al ideal de la institución social, política y económica. Organizando lo funcional se evitan las consecuencias de una organización no objetiva.

Luego aclara que dentro de este tipo de organización se encuentran las centralizadas y las descentralizadas; toda organización requiere de un principio de centralización, sin el que no se puede conducir con propiedad; y uno de descentralización en la ejecución, que evita que la absorción de funciones reste efectividad a su acción.

Como complemento de ello expone, dicha directiva, las etapas del proceso que son siete: Planificación; Estructuración; Dirección; Ejecución; Coordinación; Control; y Racionalización.

Como se puede apreciar, todo, absolutamente todo fue previsto por el Peronismo. Solo que los libros de Perón no se volvieron a publicar completos; tampoco los planes quinquenales; y menos aún muchos de sus discursos que no les convenía a los traidores que desde siempre han intentado bloquear el accionar del Justicialismo. Y porque no, de los ignorantes de la Doctrina Justicialista, por omisión.

Pero, como solía decir Perón: “un ejemplo lo aclara todo…”En su discurso del 29 de julio de 1947 Perón se expresó con claridad al decir: “...nosotros seguimos la corriente capitalista, pero estamos procurando ir aliviando su explotación; dejándola que gane, que cree la riqueza, pero no dejando que explote al hombre. La explotación deberá ser sobre la tierra y la máquina, pero jamás sobre el hombre...” (Sic).

Ya en el discurso del 1º de mayo de 1952, el General Perón sentencia: “...cuando en la Marcha Peronista se repite “combatiendo al capital”, se refiere a este proceso internacionalista de dominación del capitalismo; de ninguna manera se opone al capital genuino del industrial o el comerciante que, en función social, lo pone a disposición del bienestar y el progreso de la comunidad” (sic).

En forma más terminante aún, Perón se expresa en el Congreso General de la Industria en el mes de mayo de 1953: “...la industria es una empresa privada, en que el Estado no tiene ningún interés, y tan pronto las empresas estatales actuales, tomadas en estado de anti-economía, puedan ser devueltas a la actividad privada el Estado tendrá gran placer de desprenderse de todas esas empresas y entregarlas a los privados. Nosotros somos Gobierno, no industriales. De manera que en ese sentido, organizada la industria; creados los sectores; garantizadas las seguridades de que las empresas van a ser bien dirigidas y realizadas, las entregaremos. Nosotros no queremos industrias porque nos dan mucha pérdida y quizá a ustedes les puedan dar ganancias. En eso vamos a estar de acuerdo” (sic).

Recordemos que la Ley 13.653/52 autorizaba al Estado a desprenderse de sectores de la administración Nacional con fines industriales, comerciales o de servicio público. La reforma del Estado, (que fue uno de los puntos cruciales de la gestión Menem) a ella se había referido Perón en el “2do Plan Quinquenal, Manual Doctrinario y Práctico” en el que expresaba la necesidad de profundizar la organización de la administración pública. Es un “pecado” de funcionario peronista no leer las páginas del capítulo: “El Gobierno y la Organización del Estado” (Pág. 269) donde, entre otras cosas se refiere al exceso de empleados públicos: “...si nosotros no matamos el sentido burocrático del “déle trámite”, el “déle trámite” nos va a matar a todos. Por eso debemos tener 750.000 empleados públicos, cuando podríamos resolver el asunto con 250 o 300.000. Lo que pasa es que hay que tener menor número de funcionarios y empleados, pero pagarles mejor y que trabajen más... a mayor pago corresponde mayor fatiga” (sic). Aún en épocas donde la computadora era apenas un sueño, si el “2º Plan Quinquenal” se hubiese completado la administración Perón se hubiera ido desprendiendo de la mitad de los empleados públicos, tal como lo explica en el libro citado. Además para todo peronista que sueñe con un estado asistencialista recordamos los dichos del General en “El Proyecto Nacional” (Pág. 101): “La empresa del Estado no es un vehículo para alimentar una desocupación disfrazada...” (Sic). Pensar que ya hemos llegado a regalar el salario; ni que hablar de “humanizar el capital y dignificar el trabajo para elevar la cultura ciudadana…”

Hoy son pocos los peronistas que se preocupan por el orden doctrinario, el que difícilmente puede existir sin organización.

Jorge Burzaco Osinde
Proyección Vecinal

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