viernes, 27 de octubre de 2006

Nuestra realidad peronista

Los compartimentos políticos en que se encuentra fragmentada la dirigencia argentina, responden a la paulatina extinción del Radicalismo y a la atomización del Peronismo; y a la ejecución, sin prisa pero sin pausa, de un plan de asistencialismo derivado de la extrema pobreza a la que se ha ido sometiendo nuestro Pueblo.

Los últimos gobiernos socialdemócratas “De la Rua – Duhalde” han originado la actual salida neomarxista; moderno producto de la transformación de la IV Internacional Marxista – Leninista que, derrotada en la década de los 70, obligó a la movilización de la II Internacional Socialista. Esta, hábilmente infiltrada en la cultura; la educación; la prensa y la religión, ha tomado el control frente a una opinión pública estática y desconcertada; producto de casi dos generaciones consecutivas sumidas en la desinformación y en la deformación de prensa, hecho que tiene notoriedad durante el gobierno socialdemócrata de Alfonsín pero, que fluye a la vista recién en el de Kirchner.

Solo parte de los sectores ortodoxos del Peronismo mantienen reservas de materia gris que puede canalizarse adecuadamente, aunque, solo en lo inmediato.

La búsqueda de liderazgos deben surgir de la unidad de concepción y no de una sonrisa cautivadora; de lo contrario alcanzaría con convocar a Laura Oliva o a Facundo Arana.

Tampoco de proyectos comunes con líneas políticas afines en lo periférico. Bien sabemos por experiencia que los círculos políticos duran lo que los acuerdos de cúpulas, luego se extinguen rápidamente. Quizá lo aclare aquello de que “todos debemos ser artífices del destino común, pero ninguno instrumento de la ambición de nadie”. No es bueno actuar en círculos políticos donde la masa no cuenta.

La “unidad de concepción”, dentro del Peronismo, opera en forma de “red”; así un Compañero de Jujuy, ante las mismas circunstancias, actúa de idéntica manera que uno de Tierra del Fuego y en el mismo momento. Claro que el problema estructural del Peronismo es su falta de Doctrina y la consecuencia es su rotura sistemática como “red”. Por cada hueco sale su militancia por falta de contención. El Justicialismo no debe caer en la idea de la construcción hacia adentro o hacia fuera.

El Justicialismo es una Doctrina superadora del Liberalismo y del Marxismo a los que se opone frontalmente y, su creador, Juan Perón es el autor de esa Tercera Posición ideológica. El resto es “a quienes debemos persuadir”, o de otra forma estaríamos con los pies fura del plato originariamente; y eso, solo se hace con conocimiento y convicción y no con acuerdos o componendas oportunistas.

Pero como decía Perón, para citarlo nuevamente, un ejemplo lo aclara todo: Rodríguez Saa fue quien declaró la cesación de pago de la deuda externa; operando un acolchado de amortiguación que permitió la devaluación llevada a cabo por Duhalde. Este es autor del “Proyecto Lomas” que padecemos, basado en el asistencialismo; y en una inflación permanente que derivará inexorablemente en una renovación de la deuda que desembocará en una nueva devaluación. Sintetizando: El Plan Friedman-Martínez de Hoz que nos llevó a lo que somos junto a los otros países periféricos (Aquello del mismo perro, pero con otro collar…). Scioli es el Vicepresidente del actual proyecto; Macri es individual capitalista y López Murphy socialdemócrata tanto como Carrió. Ellos, en circunstancias normales del Peronismo, no juntan votos.

Tenemos que regresar a la Doctrina Justicialista cuyo cuerpo teórico, Las Veinte Verdades es puramente normativo; dado que los principios descriptivos, son inalterables: La Felicidad del Pueblo y La Grandeza Nacional. Y para esto debemos resignar las ambiciones individuales, justo lo que no hacemos los Peronistas de hoy…

Tenemos que buscar Normalizar al Peronismo; de otra manera la normalización del Partido Justicialista, que depende de una Justicia parcial, está lejos de producirse…

Dicha normalización, en el orden nacional, debe responder a la alineación tras su Carta Orgánica y no de sus “célebres” Congresos, todos al servicio del caudillaje de turno.

¡Y pensar que al caudillo lo abolió Perón hace más de cincuenta años!: “El Peronista trabaja para el Movimiento. El que en su nombre sirve a un círculo o a un caudillo lo es solo de nombre”. Sic. 3ª Verdad.

Solo el factor arrastre puede concluir con el actual estado de cosas, y debe ser un hombre de “cuño” Nacional Justicialista quien puede, en su momento, encarar dicho efecto.

Los acuerdos con políticos foráneos, que ya defraudaron a la gente, sumarán más frustración al militante peronista que aún espera el milagro.

La denominada “pata peronista” no existe en otras fuerzas, solo existen militantes aburridos de los caudillitos, y de la ausencia de la Doctrina conductora… y de ver como son usados.

Para colmo a la Doctrina ya no se la puede llevar boca a boca, no hay tiempo ni gente que esté en condiciones orgánicas de hacerlo.

El Instituto (Juan Perón) ya lo realizó el Presidente Carlos Menem, y se llenó de gerontes que solo buscan vanagloriarse contando su propia “versión del Peronismo”.

La recreación de la Escuela Superior Peronista debemos llevarla a cabo cuando el Partido Justicialista este organizado, unido, y el Movimiento sea una realidad.

El tiempo solo nos permite actuar con celeridad. En cualquier circunstancia, el axioma estratégico debe ser el concepto de “prescindencia absoluta con el Kirchrerismo”. Esa prescindencia tiene carácter exclusivo y excluyente. Implica entonces la necesidad de centrar la acción únicamente en la derrota del adversario, sin distraerse en ninguna otra disputa secundaria. Por lo tanto, no queda espacio para la existencia simultánea de otros oponentes ni la persecución de objetivos superpuestos.

Jorge Burzaco Osinde
Proyección Vecinal

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