viernes, 17 de noviembre de 2006

Federico A. Gentiluomo: 1912 – 1970

El Coronel Federico Gentiluomo ha dejado tras de sí una huella imborrable en la impronta Peronista. De valores morales, espirituales e intelectuales, íntegro; Gentiluomo se muestra como un idealista de fecunda pero corta existencia. Encarcelado luego del golpe militar de 1955 (por no estar de acuerdo con el hecho y sus postulados) comienza su paso por diferentes destinos de detención. Es liberado, recién, en 1957.

En 1959 pasa otros seis meses de prisión por conspiración; liberado debe abandonar el país. En 1960, ya de regreso en Argentina es puesto en prisión otros seis meses por “ser elemento peligroso para la estabilidad del gobierno”. Marcha a Montevideo y allí pasa un año. Se retira de la lucha activa en 1964 en desacuerdo con la cúpula directiva del Peronismo.


En 1965 su esposa es asesinada brutalmente por elementos del régimen gobernante en Argentina. A partir de allí se dedica exclusivamente a la actividad literaria y cultural. En 1968 escribe su obra póstuma “Desafío a la Revolución Argentina”. Fallece el 5 de junio de 1970, víctima de una penosa enfermedad, a los 58 años.

Pintor, escultor, historiador, periodista, docente en el Colegio Militar, guionista cinematográfico, poeta, repujador y profesor de Doctrina y Filosofía Justicialista; es un claro ejemplo de amor por la causa del Pueblo.


Composición fechada el 8 de mayo de 1957, en prisión:


No es la prisión la que mis nervios quiebra
en el paso infinito de las horas;
ni es la soledad la que me aterra
con su perenne martillar de ola.

~

No me espanta el idioma de las rejas
en su rudo monólogo de de espectro;
ni me apena la luz de alguna estrella
que en la noche se filtra hasta mi lecho.

~

Tampoco me conmueve en mi firmeza
la amarga desazón de esperar siempre;
es otra causa la que en mi pecho estalla
en angustioso pregonar de muerte.

~

Lo que rompe mi tensión a golpes,
lo que crispa mi sangre y mis entrañas,
es la impotencia de llevar mi aporte
a la lucha por ellos empeñada.

~

Por ellos, por mis hermanos de la plebe,
de la chusma bendita de Almafuerte,
que, oprimida en mil garras, se estremece
ansiosa de cambiar su aciaga suerte.

~

Lo que tiembla en mi celda, acorralado,
es el coraje que reclama a gritos
la justicia que todo ser humano
debe poder hallar en su destino.

~

Lo que me ciega de furor y llanto;
es tener que silenciar el trueno
que, en un grito de pasión brotado,
atomice a los tiranos en su sueño.

~

La cárcel no acobarda al hombre puro;
es la energía la que mata a ratos,
como limita la expansión del pulso
el torniquete que presiona el brazo.

~

La soledad no amilana al hombre fuerte,
sino por la ausencia de enemigos,
ni puebla de ansiedad la mente
como no sea por falta de objetivos.

~

No es la cárcel lo que mis nervios quiebra
en el paso infinito de las horas.
Lo que mata sin piedad mi vida
es esta estéril fuerza arrolladora.

Jorge Burzaco Osinde
Proyección Vecinal

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