martes, 12 de junio de 2001

Los fusilados

“Sería odioso tener que vivir en un país cuyo Estado, no fuera mejor que un asesino.” Clarence S. Darrow (1857-1938)

“...En junio de 1956 el Jefe del Servicio de Informaciones de la Armada, Capitán de Navío Robbio Pacheco me informó que se había detectado rumores de una contra revolución para poner, nuevamente, al Peronismo en el poder. Lo primero que hice fue reunir a los comandantes en jefe presentes en la Capital, pues los ministros y el Presidente (Aramburu) estaban en Santa Fe. De la Marina me encargaría yo, por supuesto. Estaba el 9 de junio al tanto de lo que habría de acontecer.” El texto precedente corresponde a las “Memorias del Almirante Isaac Rojas”; y continua narrando: “...Llegado al Ministerio de Marina me esperaban Robbio y el Capitán de Fragata Francisco “Paco” Manrique, quien me dijo -¡Señor, es necesario poner los mecanismos en marcha para sofocar una contra revolución!- Sacamos los decretos que el General Aramburu le había confiado a Manrique: el de Estado de Sitio, el de Ley Marcial y el de Formación de Tribunales Especiales. Yo me encargaría de la Marina, y Manrique de la Aeronáutica y el Ejército”. Este era el principio de lo que terminaría con una de las principales tragedias del siglo XX. Y sigue contando Rojas: “...Desde la central de comunicaciones del ministerio me comuniqué con Aramburu que regresaba presuroso de Santa Fe en la fragata Drummont, y me dijo: -¡Rojas, ponga en marcha los decretos ya firmados!- La orden que yo bajé a los Comandantes fue que de cumplir alguna pena capital nunca fuese antes del amanecer y que llevase mi firma. Desgraciadamente al General Quaranta, jefe del SIDE no le llegó la información y tuvo lugar ese desgraciado episodio de José León Suárez. Recuerdo que el General Tanco se asiló en la embajada de Haití; cuando llegó Quaranta lo atendió una mujer de color y le dijo que era la embajadora, a lo que Quaranta respondió: -... ¡Que vas a ser la embajadora, negra de mierda!-, le pegó un manotazo y entró para sacar a Tanco a los empujones. Advertido de la situación yo ordené se restituyera a Tanco a la embajada y le hice pedir disculpas a la señora embajadora”. La realidad fue que la embajadora de Haití salvó la vida del General Tanco cuando hizo público que de ser fusilado Tanco, deberían fusilarla también a ella... Rojas continúa diciendo: “...Cuando me enteré de lo que había hecho Quaranta en (José) León Suárez me indigné y confieso que cometí un grave error. El General Quaranta debió ser procesado por incumplimiento de las órdenes de un superior. Pero no lo hice y todo siguió adelante. Dentro del grupo abatido en (José) León Suárez había una señorita de nombre Elena Walsh que sobrevivió y luego contó lo ocurrido en dicha localidad. Reunida la Junta Militar con el General Aramburu en la fragata Drummont, todos firmamos el decreto refrendando esos fusilamientos que erróneamente había hecho Quaranta. Algunos otros oficiales subversivos habían sido fusilados por error, como (Oscar) Cortinez, (Ricardo) Ibazeta, etc.” Rojas, diluye en el “etc.” a suboficiales y civiles cruelmente asesinados; lo ocurrido en la Regional de Lanús fue monstruoso; porque cuando Rojas ordena a Quaranta que los detenidos en Avellaneda y Lanús debían ser juzgados y nunca fusilados antes del amanecer, Quaranta le contestó que era tarde, que ya habían sido fusilados... El Coronel (José A.) Irigoyen y el Capitán (Jorge M.) Costales (Ayudante del Teniente Coronel Jorge Osinde) fueron asesinados por un vigilante, con una pistola calibre 45. Un comunicado, el “F.139”, indicaba que: “...en Avellaneda se había fusilado, al Teniente Coronel Valentín Irigoyen y, dentro de los civiles, a Braulio y Norberto Oss.” En un segundo comunicado fue rectificado al otro día: “... que el Teniente Coronel Valentín Irigoyen se encontraba prófugo y que el fusilado era el Coronel José Albino Irigoyen; que no habia ajusticiados de apellido “Oss”, sino Ross; que las ejecuciones se llevaron a cabo en Lanús y no en Avellaneda...” En La Plata, el Teniente Coronel Oscar Cogorno y el Teniente Juan Alberto Abadie fueron fusilados a menos de cuatro horas de comenzado los acontecimientos y a treinta minutos de su detención. Sobre la muerte del General Juan José Valle dice Isaac Rojas: “...El día 11 de junio pasadas las 21 horas Obtuve de Aramburu la suspensión de toda otra ejecución; pero aún no estaba derogada la ley marcial. Solo se quebró cuando se encontró al General Valle, cabecilla principal y que fue entregado por un “amigo”. Valle fue entregado al Ejército, juzgado, condenado y ejecutado en la madrugada del día 13.” La realidad fue que Valle fue “entregado” por su amigo y adversario político Andrés Gabrielli ante la promesa de Guillermo “Paco” Manrique de que no sería ajusticiado; con esa información y sabiendo que Valle no se resistiría, fue detenido en el barrio de San Telmo. El Almirante Rojas lo define así en sus memorias: “...El día 12 reunida la Junta Militar en la casa de Gobierno se presentó el General Lorio, Jefe de Campo de Mayo, proponiendo se suspendiesen los fusilamientos o que a lo sumo se fusilaran un Teniente o dos... entonces yo intervine y sostuve que se debía fusilar al jefe de la contra revolución, el General Valle. Todos asintieron, Aramburu, Hartung, Ossorio Arana, Krause. Me apoyaron y así se comunicó la orden a Lorio. Valle fue fusilado en la penitenciaría que estaba ubicada en la avenida Coronel Diaz.”

La muerte de Valle marcó el fin de los fusilamientos políticos en la Argentina; él fue el último. Queda aún por investigar, enjuiciar, y fallar por la justicia sobre estos crímenes que denigran la condición humana y jamás serán perdonados. Avalan esta postura la actuación de la justicia internacional, y la ubicación de Argentina dentro del contexto mundial en lo referente a los derechos humanos. Aún es tiempo.

Jorge Burzaco Osinde
Proyección Vecinal

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